Cuando abría sus viejas cartas, amarillentas por el paso del
tiempo, recordaba el momento en que él le mandó su retrato, donde se podía ver
los ojos más hermosos que jamás vería.
A día de hoy, solo con mirar aquella foto se sentía
intimidada. Siempre le gustó pasear de su brazo por la plaza, con la cabeza
levantada, altanera, sabiendo que a su paso iba dejando un reguero de envidias
y cuchicheos porque su Príncipe Azul era el más guapo del cuento, aunque en su
fuero interior albergaba el miedo a que algún día, como en las historias que su
madre de niña le contaba, la magia se esfumase.
Pero sobre todo, le gustaba pensar que detrás de aquel
rostro; casi perfecto, se escondía el corazón más puro e intenso que, aunque
ella aún no lo sabía, sería el más fuerte que jamás conocería.
Su rostro cambió; como cambiaron sus vidas con el paso de
los años; y, aunque en un momento tomaron caminos diferentes, aquella vieja
foto, las cartas enviadas en secreto, juntos a los recuerdos de lo que fueron y
los anhelos de lo que pudieron haber sido, le acompañaron hasta que el destino,
como siempre caprichoso, volvió a unir sus caminos.
¿Quieres saber más sobre Yurena? Aquí tienes su Instagram