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Con comentarios actuales, fotografías y anécdotas que no aparecían en la versión inicial
A través del libro ilustrado La transparencia de un instante
En este libro biográfico encontrarás herramientas para enfrentarte a la ansiedad
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La transparencia de Don



Don se inspiró en mi acuarela "introspección" y esto es lo que escribió:



El Lago de las Ánimas

Pude ver con mi último aliento a la hermosa mujer, se presentaba ante mí como una ilusión que solo yo en mis horas finales pude apreciar. Su halo azul inundaba el campo de batalla y su pálida mano se posaba sobre las almas de los soldados que combatían valientemente en aquellos prados regados con sangre y muerte. Una rosa roja se abría en mi pecho cada vez más grande, mi tiempo había terminado. Emplee mis últimos segundos en adorar a esa diosa que se presentaba ante mí. Cuando su frío beso se hizo patente en mis labios, pude recordar con claridad aquel día en el lago.

Era primavera, el sol nos acariciaba con sus rayos y el bosque nos invitaba a entrar en sus dominios. Guié a mis hombres hacia el claro donde la Dama Azul nos aguardaba. La batalla estaba próxima y necesitábamos desesperadamente la bendición de nuestra más poderosa señora.

La mujer nos esperaba sentada en un banco de piedra junto al Lago de las Ánimas. El lugar rebosaba belleza y claridad. Luces bailarinas danzaban sobre las cristalinas aguas y una pequeña catarata creaba un sonido que calmaba por completo nuestros temores. Dos árboles frutales custodiaban a nuestra anfitriona que se puso en pie en cuanto entramos en el  claro, parecía una estatua que acababa de cobrar vida.

Desmontamos de los caballos y nos despojamos de nuestras pesadas armaduras y nuestras afiladas espadas, no nos eran de utilidad allí. Un anhelo penetró súbitamente en mí; me sentía en casa, acunado por mi madre y protegido por mi padre. Me trasporté a un tiempo donde no había guerras ni sufrimiento, donde no tenía que arriesgar mi vida en batallas carentes de sentido.

La Dama Azul poseía una presencia inconmensurable, portaba un vestido de tela azul transparente que no ocultaba ni un ápice la perfección de su cuerpo y una corona de plata de la que brotaba su rizado pelo color aguamarina. Algunos de mis hombres lloraron al acercarse a ella y otros se postraron en señal de plena humildad. Yo, por mi parte, me sentí abrumado, aunque no flaquee. Me arrodillé ante ella y le besé su nívea mano. Pedí su bendición y protección para los sucesos que iban a acontecerse, y ella, de buena gana, me la concedió sin titubear. No hubo un diálogo común, ella hablaba en mi cabeza. Ya sabía lo que andaba buscando y no tuvo reparos en concedérmelo. Sin embargo, la mujer solicitó algo a cambio. Tras la batalla, mi alma se quedaría en aquel lugar. Mi esencia vagaría por los bosques y danzaría sobre los nenúfares eternamente. Un pequeño precio por salvar a mi pueblo.

Todos los guerreros nos sumergimos en las aguas del lago y nos sentimos renacer.

El beso de la muerte. Mis ojos se cerraron al fin y pude escuchar en la lejanía gritos de júbilo. Ofrecían la victoria a la Dama Azul. “¡Por la Dama del Lago!” gritaban. Una sonrisa se posó en mi rostro ensangrentado y supe que el sacrificio había merecido la pena. Era el momento de cumplir mi parte del trato.

La levedad me llevó y, en mi mente, pude ver por última vez el delicado rostro de la pálida mujer. Me atraía sonriendo hacia el Lago de las Ánimas. 


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